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¿POR QUÉ MONTAMOS SHAKESPEARE ?
Porque sentimos que a través de las ideas, climas, sensaciones y emociones que la obra crea, logramos traer al presente los más bellos y elevados textos que hablan de la actualidad.
Un abordaje donde se fusionan la estética del cine y del teatro ofreciendo imagen y acción desde una mirada moderna donde se conserva la excelencia de las palabras pudiendo ir más allá de las mismas. 

Características no menos importantes como la facilidad de traslado de su escenografía, la ductilidad para adaptar la puesta en los diversos espacios, hacen de esta obra un espectáculo ideal para que innumerables espectadores puedan ampliar su acervo cultural y su goce estético, a partir del encuentro, con este autor universal.

En esta oportunidad presentamos una de esas obras que han convertido a William Shakespeare en un dramaturgo que fascina a cada nueva época. Un autor que no conoce fronteras ni dogmas, y que aunque arrastre tantas referencias literarias como escénicas desde sus primeras composiciones, aparece siempre sobre el escenario como algo nuevo y extraordinario. Ricardo III es el hombre sin moral, el maestro de la apariencia, un deforme capaz de desatar tormentas de sangre con un único propósito: el poder. Su peculiaridad como personaje le permite disfrazarse, ayudado por su retórica, y esconder lo que realmente es. Hay pocos personajes tan desproporcionados en su ambición, tan descarados en sus propósitos. Ricardo se alza frente a un espectador asombrado, que sólo espera el momento de una caída que compense el horror que ha contemplado.

Hemos elegido Ricardo III, porque nos permite narrar una historia sobre el poder y la ambición ciega, sobre nuestra confianza y la falta de escrúpulos, sobre los fines y los medios, y, en definitiva, porque no está tan lejos de nosotros. La realidad que nos rodea contiene elementos suficientes para que asociemos esta historia truculenta a nuestras estructuras de poder, y podamos sacar conclusiones sin necesidad de excesivas explicaciones ni redundancias. Fieles al estilo de nuestra compañía, trabajaremos con el texto en primer plano, defendido por los actores —protagonistas absolutos del medio, a nuestro entender— y la música en directo. La característica sobriedad de nuestro trabajo, unida a nuestro amor por la palabra en escena han conformado un estilo — creemos que reconocible— que caracteriza nuestro trabajo. Nuestra postura es conocida. Creemos que ofrecer los clásicos al espectador es una responsabilidad, pero también una cuestión de disfrute artístico. La consideración de Shakespeare como un autor para eruditos nos parece un despropósito cultural. El bardo inglés escribe teatro para contar historias a la gente sencilla, entretenerla, enriquecer su espíritu y, en ocasiones, producir una reflexión. Creemos que el teatro debe ser, sin perder sus calidades ni sus virtudes, accesible; y para ello trabajamos.. Tomando palabras de LLuis Pasqual “Montamos Shakespeare para entender de qué materia estamos hechos los seres humanos” Y a pesar de todo, sólo en Shakespeare se da ese hombre en su totalidad, como un prisma de innumerables caras, unas iluminadas y otras en la sombra.
El teatro como “espejo del tiempo” le hizo no obviar nada: penetró en lo más profundo de las pasiones humanas, el amor, la traición, los celos, la locura, los sueños, el conocimiento, la ambición, ¡a desesperación... nunca unilateralmente, construyendo hombres, nunca máscaras.
Su obra puede ayudamos, como sólo el arte puede hacerlo, a entender nuestra época, dura, contradictoria y en plena transformación, muy parecida a la del hombre que vivió en una colectividad a quien le apasionaba ver representados sus conflictos diarios en un teatro potente y generoso”.

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